La carrera por convertirse en el repositorio definitivo de la sabiduría del mundo ha consumido una parte de la humanidad desde el surgimiento del conocimiento mismo. Desde la colección asiria de tablillas de arcilla y la Biblioteca de Adriano en Atenas hasta Google y Wikipedia en el siglo XXI, la acumulación del cuerpo colectivo de conocimientos se ha perseguido con el mismo fervor que el arte para un coleccionista o las monedas para un numismático.
Sin embargo, nada podría compararse con la fama de la legendaria Biblioteca de Alejandría en Egipto. Aunque se sabe poco sobre este paraíso bibliográfico establecido hace más de 2.300 años, como cuándo y por qué fue fundado, cuántos rollos contenía y qué sucedió con él, su mera existencia ha capturado la imaginación de los amantes de los libros y buscadores de conocimiento desde entonces.
Esta biblioteca, que fue establecida por los dos primeros Ptolomeos de Egipto, Sóter y Filadelfo, se puede comparar con el Google del mundo antiguo por más de una razón. A lo largo de sus 1.000 años de existencia, utilizó tácticas que hoy en día se considerarían piratería o robo de propiedad intelectual. El médico y filósofo griego Galeno escribe que Ptolomeo III Evergetes tenía tanto hambre de más libros que detenía todos los barcos y confiscaba sus libros para que pudieran ser copiados para la biblioteca. Este antiguo método simplemente ha dado paso a los hackeos informáticos y la ciberguerra más sofisticados de nuestros tiempos.En esencia, Alejandría fue el centro de piratería intelectual del mundo antiguo. Piensa en China, una potencia mundial cuyo motor económico depende de robar secretos comerciales de otros países.