Los antiguos egipcios valoraban su historia y mantenían una extensa evidencia para preservar su memoria y enseñar a las generaciones futuras a través de los grabados en los templos y las tumbas. Un beneficio importante de esta organización sería que la mayoría de la información sobre el cuerpo se podría colocar en una escala para determinar si la persona desaparecida había caído en la desesperación en el futuro.
Aquí hay una mirada cercana a los rituales y costumbres sobrevivientes dentro de este beneficio.
Preparando el Libro de los Muertos.
Uno de los elementos clave de la antigua cultura egipcia era la preparación del Libro de los Muertos. El “Libro de los Muertos” incluía toda la información necesaria para que los difuntos pudieran alcanzar la vida eterna en el más allá, como rituales, amuletos y estatuas que el difunto debía usar para enfrentar los desafíos del inframundo.
Los rituales funerarios eran intensos y bien preparados, con todos los parientes del difunto trabajando juntos para asegurar que el cuerpo fuera correctamente preparado para enfrentar los desafíos de la vida después de la muerte. Según la cultura egipcia antigua, el difunto emprendía un viaje desde el oeste hasta el este, similar al viaje del sol. En el recorrido, el difunto debía sortear diversas pruebas. En la Ruta del Ra, el difunto enfrentaba bestias y desaparecía en mazmorras.
El Juicio de Osiris: ¿Qué tan puro es tu corazón?
Los antiguos egipcios creían que muchas pruebas les aguardaban en el más allá, pero la más importante y difícil era el juicio final con la presencia de Osiris.
Si el difunto pasaba exitosamente todas las pruebas, alcanzaría la sala de Osiris. Horus, el hijo de Isis y Osiris, acompañaría al difunto hasta el tribunal donde se enfrentarían a los 42 jueces.
Durante el juicio, se les exigía convencer a los jueces de su moralidad y honestidad. El “Libro de los Muertos” incluía plegarias que debían ser repetidas, tales como:
“No he pecado contra otros; no he asesinado a ninguno de mis parientes; no he mentido al hablar la verdad; no soy un adúltero; no he robado; no he causado daño a nadie; ofrendas a los dioses…”
En la sesión con los jueces, el corazón se volvía el punto más complicado del juicio: el corazón interior.
¿Cómo lo lograron? Una balanza gigante tomaba el centro del escenario, sostenida por 42 miembros de la corte, algunos antiguos dioses egipcios, y el acusado esperaba su juicio.
na vez se abrió el escalafón, una pluma del dios Maat, representante de la justicia, el orden y la balanza, y en el otro lado estaba el corazón del acusado.
¿Por qué deseaba el corazón? Para los antiguos egipcios, el corazón reflejaba la inteligencia, las emociones y las acciones, ya sean buenas o malas, era la esencia de la persona.
¿Cuál fue el resultado? El corazón debía estar en equilibrio con la pluma y no pesar más o menos.
El Juicio Final: Paradiese o Death by the Beast
Si el corazón estaba en consonancia con el padre, el acusado era enviado a la Final de Reeds (Aaru), también conocido como el Paraíso Egipcio, gobernado por Osiris y alimentado por ofrendas.
Sin embargo, si el corazón pesaba más o menos que la pluma, el destino era sellado: el acusado sería devorado por Ammit, una criatura con cabeza de cocodrilo, cuerpo de león y trasero de hipopótamo, considerada el devorador de las almas impuras.
Dato curioso: La frase “tener un corazón como una pluma de otra” proviene de esta tradición egipcia, donde el corazón de un hijo debía pesar exactamente lo mismo que el de su padre.