Según una nueva investigación, hace hasta 800 años, los dolientes enterraban a una mujer joven en una canoa ceremonial para representar su viaje final a la tierra de los muertos en lo que hoy es la Patagonia.
Según los autores del estudio, el descubrimiento refuta la teoría de que los entierros en canoas pueden haber sido utilizados sólo después de la colonización española y respalda la evidencia etnográfica e histórica de que se practicaron durante todo el periodo prehispánico. América del Sur.
La primera evidencia de tal entierro se encuentra en la Patagonia argentina. En su artículo publicado en el sitio de acceso abierto, PLOS ONE, el grupo describe su estudio de los restos.
Los restos fueron encontrados en un sitio de excavación llamado Newen Antug, que está cerca del lago Lacár en la parte occidental de Argentina.
Detalle de la disposición del cuerpo del individuo 3 y su asociación con restos de madera, moluscos de agua dulce, pigmentos rojos y cerámica pintada. Foto: PLOS ONE (2022). DOI: 10.1371/journal.pone.0272833
Las canoas de madera de la época, conocidas como wampo, fueron ahuecadas con fuego. En la sociedad mapuche, un wampo de madera o una pequeña canoa o una representación simbólica de alguien estaba disponible para el viaje a la morada final de los muertos más allá de un cuerpo de agua que se cruzaba en un barco.
La mujer tenía entre 17 y 25 años en el momento de su muerte, según el análisis, pero no se pudo determinar la causa de la muerte. También descubrieron una jarra colocada cerca de su cabeza y cerca de 600 piezas de madera de un solo cedro chileno que la rodeaban. También había señales de que la madera había sido carbonizada. Las pruebas de los fragmentos óseos de la mujer mostraron que era de aproximadamente 1142 d.C., lo que significa que probablemente era miembro de la cultura mapuche y que vivió y murió antes de que llegaran los españoles.
Entierro mapuche, pág. 1900 (en Chapanoff 2020: 14). La foto muestra un ritual funerario con un wampo al lado del rewe. Foto: PLOS ONE (2022). DOI: 10.1371/journal.pone.0272833
El descubrimiento es verdaderamente poco común porque la mayoría de los entierros en canoas eran para hombres, y es la primera vez que se ve un entierro tipo canoa en la Patagonia argentina. Los investigadores sostienen que su descubrimiento plantea la posibilidad de que la práctica fuera más común de lo que se creía anteriormente.
La jarra encontrada junto a su cabeza fue claramente colocada allí por quien estaba a cargo de su entierro, y también había señales de que había sido colocada sobre un lecho de almejas de agua dulce, según los investigadores. Su posición también sugería claramente que había sido colocada en una canoa como una especie de ataúd antes de ser enterrada.
Investigaciones anteriores han sugerido que enterrar a las personas en canoas era parte de un ritual para permitir que los fallecidos hicieran un viaje final a través de aguas místicas a otra tierra conocida como Nomelåfken, donde residirían en un lugar conocido como el “de destino de las almas”.